Wednesday, April 27, 2016

La evolución del hombre y su relación con la Prehistoria

La evolución del hombre primitivo y la  Prehistoria
Se puede definir como la ciencia que estudia la evolución del hombre antes de la historia, o bien, como la etapa de la evolución humana de la que no tenemos documentos escritos.
No obstante, el concepto tradicionalista que hemos expuesto, debemos de entender la prehistoria como aquella parte de la historia que estudia la vida del hombre, desde su aparición en la Tierra, hasta el momento que utiliza la escritura.
Ha sido frecuente considerar como independiente de la historia, ya que ésta, según la idea tradicional, se ocupa del estudio de las sociedades, que han dejado escritos, sus hechos más importantes, mientras que la prehistoria lo hace con las sociedades que nos escribieron.
Sin embargo, es conveniente precisar que si la historia es la ciencia que estudia los hechos más importantes de las sociedades humanas pasadas, en su relación de causa y efecto, así como en su mutua interdependencia en un proceso de desarrollo dialéctico, resulta indiscutible que el estudio del hombre primitivo, objeto central de la prehistoria, corresponde también la historia, ya que prehistoria no es sino una parte de ella; precisamente la encargada del estudio de las etapas primitivas del hombre o en otra forma, de las primeras sociedades humanas.
De acuerdo con las líneas anteriores, puede advertirse que, si la historia se ocupa del estudio de la cultura humana o de los hechos más importante del hombre, la vida de los primeros hombres y sus elaboraciones son objeto de estudio de ella, porque el examen de todos los niveles primitivos y el de las sociedad posteriores permiten a la historia la explicación del estado actual y la prevención de los hechos del porvenir.
Como ya se ha mencionado, la historia se inicia con la aparición del hombre y no con el uso de la escritura, como se ha considerado hasta nuestros días.
Periodos de la prehistoria
Una gran cantidad de investigadores han intentado determinar las diferentes etapas de la prehistoria; se han utilizado los más variados aspectos; así, Lartet presentó una clasificación basada en la paleontología, donde señala cuatro edades prehistóricas:
1.- Edad del Oso de las cavernas.
2.- Edad del Elefante y del Rinoceronte.
3.- Edad del Reno.
4.- Edad del Uro.
Como es fácil suponer, esta clasificación fracasó por su falta de precisión y, más que nada, por la poca importancia dada al hombre dentro de ella.
Otro investigador, el museógrafo Mortillet, clasifica la prehistoria desde el punto de vista arqueológico, y considera dos edades prehistóricas:
1.- Edad de la piedra tallada.
2.- Edad de la piedad pulimentada.
Expuestas algunas de las más conocidas divisiones de la prehistoria, conviene presentar la que hasta nuestros días resulta la más aceptada por los especialistas, y que ha servido para el estudio de esta parte de la historia:
Prehistoria: 1.- Paleolítico (1.- Inferior y 2.- superior); 2.- Epipaleolítico o mesolítico; 3.- Neolítico, de 5000 a 2000 años a. e.c.; 4.- Eneolítico, se inicia la metalurgia.
Protohistoria
1.- Edad de Cobre.
2.- Edad de Bronce, de 2000 a 1000 años a.e.c.
3.- Edad de Hierro. A partir de 800 años a.e.c.
Paleolítico
Esta etapa comprende el periodo más primitivo del hombre, desde el momento en que aparece en el planeta hasta que aprende a manejar la agricultura, y domesticar a los animales y ésta se convierte en actividades fundamentales; a partir de entonces se transforma de nómada en sedentario.
Para que ello sucediera hubo de pasar un largo periodo, el aprendizaje fue lento, y en él, el hombre adquirió los elementos culturales que permitieron comprender los mecanismos que operan en el medio ambiente; gracias a eso se pudo preparar el escenario para el rápido desarrollo cultural del neolítico.

La economía del paleolítico
Los hombres de esa época integraron hordas poco numerosas, las cuales vivían de la caza, la pesca y la recolección de vegetales, su forma de vida era el comunismo primitivo, caracterizado por la ausencia de la propiedad privada y nula acumulación de riquezas; los bienes eran de todo y las actividades se realizaban en forma colectiva.
Como puede suponerse, los primeros pobladores en este periodo dependían de gran manera de las fuerzas de la naturaleza, el hombre buscó los sitios que le ofrecieron mayores facilidades de vida, por lo general valles fértiles y terrazas de ríos y lagos, donde encontraba abundante caza, raíces y frutos, con los que cubría sus necesidades primarias.
Para alimentarse se sirvió de una gran variedad de animales; mamuts, rinocerontes, uros, bisontes, jabalíes, ciervos, caballos salvajes, cabras monteses, entre otros.
Para poder cazar estos animales, el hombre primitivo desarrolló diversas técnicas: preparó trampas en las veredas de los abrevaderos, el ojeo, la sorpresa, y ya en la etapa final del paleolítico, el arco y la flecha; con ellos podía cazar a distancia animales de rápida carrera.
Como puede apreciarse en estas líneas anteriores, de capta que el hombre en la antigüedad tuvo la necesidad de cultivar y fortalecer ciertas cualidades del pensamiento y con ello nació la estrategia que le permitió cada día tener un mayor éxito en sus actividades de caza y con esto de alguna forma aseguró el sustento de sus familias y la sobrevivencia de la raza humana.


La sociedad cazadora
En aquella época, la vida de los cazadores se desarrolló gracias a la organización familiar, donde la única autoridad eran las personas mayores, no fue necesaria otra forma de vida, todos por igual disfrutaban de los mismos derechos y no se reconocían privilegios ni se exigían prestaciones obligatorias.
Si por necesidades del momento se requería de una jefatura del grupo, ésta era solamente temporal y cesaba al terminarse la actividad; lo normal era que el más diestro de los cazadores dirigiera la caza, pero su autoridad desaparecía al término de la cacería.
Como puede apreciarse en los párrafos anteriores el hombre de la antigüedad aprendió a organizarse con la finalidad de compartir sus tareas y así de esta manera aprovechar al máximo sus esfuerzos y limitaciones con esto logro garantizar sus alimentos y los de otros grupos.
Poco a poco fue aprendiendo de la experiencia propia y de la experiencia de los demás, y con ello logro sujetar de alguna manera las adversidades que cada día imponía el escenario en donde se desenvolvía con su familia y en la compañía de otros grupos más.


La cultura del paleolítico
Para hacer más fácil su trabajo, el hombre del paleolítico fabricó una serie muy amplia de armas, como hachas de mano, puntas de lanza y de flecha, utensilios como raspadores, perforadores, buriles, navajas, anzuelos, arpones, entre otros instrumentos en piedra de jaspe, calcedonia, cuarzo y granito. Asimismo, como en madera, hueso, asta o marfil, con los que desarrolló una técnica que a su vez permitió la elaboración de otros utensilios.
Lo más probable es que haya conocido el fuego, conseguido por medio de flotadores, y aunque desconoció la alfarería tuvo recipientes. Es probable, que haya usado como tales los cráneos de los animales cazados, odres de cuero, conchas o que los haya habilitado con madera hueca a manera de vasos.
Para satisfacer sus necesidades empleó todos los elementos a su alcance: cazaba los animales y aprovechaba la carne para alimentarse, la piel para protegerse de las inclemencias del tiempo; los huesos para elaborar sus utensilios, y los tendones, para hacer ligaduras.
En los momentos en que no estaba cazando comenzó a observar su entorno cuidadosamente y se dio cuenta de que se suceden un gran sinnúmero de fenómenos tanto físicos, biológicos como químicos o bien meteorológicos, y fue así entonces como se vio en la necesidad de explicarse los fenómenos propios de su escenario natural.
Como no tenía forma de enterarse de experiencias de otras personas o grupos determinados ni hacía el registro histórico de las que había sufrido sus antepasados, esa explicación tenía un carácter simplista.
Según él todas las cosas tenían alma o espíritu responsable de que ocurrieran, por ejemplo, la erupción de un volcán, el desbordamiento de un río o el daño ocasionado por un rayo, todas eran decisiones del espíritu que animaba esos fenómenos.
Quiso dominar la magia y por medio de ella combatía las enfermedades y los fenómenos naturales, intentaba provocar la reproducción de animales y su propia procreación.
La magia no requiere de dioses ni de templos donde adorarles, pero sí de fetiches, amuletos, conjuros y hechizos, con los que se pretendía evitar calamidades, eludir las tragedias, y por el contrario, conseguir beneficios personales o para la comunidad.
El hombre pensaba cada vez que tenía necesidad de cubrir sus necesidades básicas, y así de esta manera, poco a poco sus procesos cognitivos fueron reforzándose y su astucia fue un de las mejores armas que le permitió sobrevivir y anteponerse ante las adversidades ocasionadas por la naturaleza.

No obstante, tuvieron que pasar cientos de años, es decir, aproximadamente unos 30 mil años para que el hombre primitivo lograra establecerse en un sitio determinado y con ello nació la agricultura y posteriormente la ganadería. Esta decisión que tomó el hombre fue de vital importancia en virtud que con ello nacen los primeros asentamientos humanos y posteriormente se constituyen en pueblos y ciudades.